"¿Para qué contratar un profesional, si con mi cámara puedo tomar las mismas fotografías?".
No es raro escuchar semejante pregunta en los tiempos que corren.
Cualquier persona hoy en día tiene una cámara bastante buena en sus
bolsillos y, probablemente, tenga una compacta que en sus vacaciones le
dieron excelentes resultados. Pero al momento de crear una pieza
publicitaria o institucional debe aparecer algo que la mayoría de los
amateurs no poseen: experiencia. Crappy vs. Snappy es una colección de
imágenes donde James Hodgins invitaba sus clientes a tomar una
fotografía de aquello que querían retratar, para luego compararla con su
propia versión.
El proceso es sencillo: el cliente toma su cámara, retrata de la mejor
manera posible aquello que necesita para su campaña publicitaria y luego
James procede a hacer lo mismo. Los resultados, claramente, tienen diferencias abrumadoras y muestran que contratar a alguien que sepa,
vale la pena. Claro que no está en la mente de James ridiculizar a sus
clientes, sino en mostrarles visualmente cómo una simple fotografía
puede ser un mundo de diferencia cuando se aplica el conocimiento.
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